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166 SU ESCALITA ta: no creimos nunca que fuera voluntad de Dios su consagración en un Instituto religioso”... Y como no era esa la voluntad divina y ella debía seguir el querer del Altísimo, la pretendida voca- ción que ahora puso en práctica, creyendo lo me- jor, “fracasó” sin que esto fuera otra cosa que una determinación de Jesús que la quería “flor de azucena” en medio del mundo para espacir su perfume en derredor suyo y edificar la juventud moderna que no conoce la infancia espiritual, por- que perdió el sentido de infantilidad, pero que por eso mismo no podía menos de admirar a una joven como Margarita, conservándose sublime- mente pura y puramente hermosa en una época de tanta prevaricación moral... Es cierto que Margarita cantaba en ensoñación su llamamiento a la vida religiosa y decía en un canto: Mi alma enamorada sólo soñaba en el feliz momento ' de que por ti abrasada gozase del contento de escuchar de tus labios suave acento. lusionada dulcemente con lo que ella juzgaba ser la vida en un convento, figurábase a las mon- jas recreadas con músicas de amor. La música armoniosa de lejos con celeste melodía

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