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ÓN ES - 158 SU ESCALITA ¿Cómo sería posible este caminito sin un ele- vado sentido de perfección? En su espíritu brillaba la luz inextinguible de lo mejor, la llama incendiadora del progreso... Sin embargo a veces tenía que decir lo que Santa Teresita: “Me consumo en vivos deseos de prac- ticar la virtud; pero cuantas imperfecciones se encuentran en mis actos”. Ya hemos señalado que todo lo que era subir la entusiasmaba. Veía a Dios muy alto y necesi- taba volar mucho para alcanzarlo. “Yo soy una avecilla que vuela con las dos alitas de penas y alegrías” decía. ¿En qué consistían las penas de Margarita? No tanto eran pesadumbres convulsivas, enfer- medades recias y persecuciones como otros san- tos tuvieron. Sus penitas eran “astillitas de la cruz que la enviaba el Amado”. “Sufro mucho, me decía una vez, porque me veo insufrible para Jesús. Si él no fuera tan bue- no conmigo, me arrojaría de su lado.” Sin embargo parecía alegre... Sólo saben los santos lo que se pena y sufre en semejantes trances. Las almas vulgares inca- paces de sentido divino no comprenden este su- frimiento, Pero estas otras “pasionarias del amor” que tanto conocen a Dios y saben el bien que es amarle, a veces se consumían hasta derramar lágrimas por verse “tan poco dignas del amor de Jesús”.

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