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FLOR DE AZUCENA 157 miel en sus labios, atracción en todo su ser... Pero hay que confesar que el camino o escala de su alma requería fuerza para subir. Para ser siempre bueno y complaciente, hay que poseer mucha dosis de abnegación y de dominio propio. “Abnegación”; esa era la escala espiritual de Margarita, a la cual hacemos tal vez mal en lla- mar en dimiñiutivo cuando ella entraña todo el secreto de la grandeza de las almas. Como hici- mos algunas consideraciones sobre esta práctica de Margarita María, aprovechamos el tema del caminito o de la escala para incrustar en estas páginas dos perlas que cultivó de modo maravi- lloso nuestra biografiada. Esas perlas son: penas y alegrías. “Divino confidente de penas y alegría, Dulcísimo Maestro, amor dulce Jesús, 'Tú eres en mis tristes y en mis alegres días la pura, la divina, la esplendorosa luz. Así cantaba este blanco cisne de la gracia en momentos de efusivo amor. (Esta composición se publicó integra en El Mensajero Seráfico en septiembre de 1917 con la firma de María Mar- garita, Terciaria Franciscana). Su caminito tenía estas dos caracteristicas que ella expresaba con esta formulita tan reducida: “el rosal de mi corazón da espinas y flores; pe- nitas de amor y flores de alegría”. maes A O ae O

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