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FLOR DE AZUCENA 147 regiones no teníamos criterio definido sobre el caso. Lo que decimos es que su alma profundamen- te pensadora estaba dominada por el corazón y que no podía darse a meditaciones discursivas, pasando muchos ratos en un estado más contem- plativo que ascético. Nos hacemos la idea de que aquellos chispazos místicos se convirtieron en hoguera, según la carta que antes hemos citado y que demuestra los progresos espirituales de su alma. Dice la señora madre: siguió siempre lo mis- mo y aún más perfecta. Se podía decir de ella que con los años crecía en virtud y santidad. “No se puede Ud. imaginar, mi amado padre, cómo estaba últimamente, yo no puedo expli- cárselo. Hasta en el exterior se le conocía. Así fué que cuando Dios se la llevó, hartas perso- nas que no me conocían venían a visitarme para que les contase cosas de ella y les en- señase el cuarto en que murió, pidiéndome recuerdos suyos...” Suplicamos a nuestros lectores que ni por aso mos sospechen interés personal y exagerado en las palabras transcritas. No hablaremos de ella, pero baste saber que la conducta y la conciencia de la Excma. dama la ponen a cubierto de todo personalismo... Por otra parte los últimos confesores concuer- dan con este parecer y uno de ellos, precisamen- Y

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