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FLOR DE AZUCENA 141 “En la oración de la mañana hago mi toillete “ espiritual para todo el día, me decía. Cómo no “ nos presentariamos en presencia de un gran “ personaje sin pasar por nuestro ordinario to- “ cador, me sería también imposible presentarme “ en la presencia de Dios durante el día sin pre- “ pararme en la oración de la mañanita.” El alma que siempre anda en presencia de Dios siempre está en oración. ¡Qué oración más her- masa aquella unión constante de corazón y corazón ! ¡ Aquel recoger anheloso de flores y es- pigas de amor durante las conversaciones del día! Pero ¿podría hacerse esto mismo sin haber lo- grado primero un hábito sobrenatural de alma orante? “Yo no soy como las rosas que se despliegan .. . Soy un capullo de amor que siempre quisiera vivir encerradito en la oración.” He copiado esta máxima suya que retrata su vida entera. Tuve en aquellos días la dicha de conocer otra alma fuerte, formidable, pero tam- bién niña. Cuando después de ésta se me presentó en el camino el alma de Margarita, no me fué difícil entender que “ciertos transportes de amor” no se tienen sino cuando se ha pasado por el horno de una oración en cierto modo contemplativa. Noté en la dirección de Margarita que muchas veces ella se distraía voluntariamente en la ora-

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