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FLOR DE AZUCENA 133 blaba de ella no siendo para ponerse en mal lu- gar. (Carta de 17 de octubre de 1927). Esto se refiere a sus años de mayoridad; prueba de que siempre conservó en su alma el tesoro de las virtudes de que la conocimos ador- nada en la época de nuestra dirección espiri- tual... en aquellos días floridos de sus años más tiernos, cuando se le iba el corazón tras estas palabras de Jesús: “Si alguno es pequeño, vénga- se a mí; de ellos es el reino de los cielos!” Cierto día leyó en un libro la frase de San Pablo: Los que movidos por el Espíritu Santo obran, esos son hijos de Dios. “Quicumque Spi- ritu Dei aguntur, hi sunt filii Dei”. (Roma, VII1-14). —¿Por qué dice San Pablo: los que son mo- vidos por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios?... nos preguntó. ¿No son acaso hijos de Dios todos los que es- tán en su gracia? De pronto contestamos afirmativamente: No puede uno estar en gracia de Dios y no ser hijo de Dios... Pero luego recapacitando en el texto y a fin de darle una lección de provecho pen- samos que en el pensamiento Paulino el aguntur Spiritu Dei sonaba a acción directa del Divino Espiritu por los dones, y creímos ver en el texto un sentido conforme a las almas místicas. Hay una época en que Dios trata al hombre como a un siervo a quien se da una orden; y hay otra

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