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a a a, TR IC RADA AA A PACTA AS AS A ALMA INFANTIL sólo recordar las palabras de Jesús: En verdad os digo que si no os hacéis como niños, no en- traréis en el reino de los cielos (Mateo XVIII-3). Luego, los que no posean este espiritu ¿no pueden abrigar esperanza de salvarse? No por cierto. San Agustín equipara la niñez evangélica a la humildad. También es cierto que en otro pasaje dice el Salvador, hablándonos de las co- municaciones del Padre: “Abscondisti hec a sapientibus et prudentibus et revelasti ea parvu- lis” Parvulis, id est: humilibus. El caso es que la humildad es patrimonio de los niños; estos son símbolo de la humildad. Infancia espiritual que no sea humilde o hu- mildad que no cause de algún modo infancia es- piritual, no es de ley. Las fórmulas verbales y las maneras de exteriorizar esta humildad pueden depender de las condiciones psíquicas de cada su- jeto... a nuestro modo de ver el espíritu... la infancia espiritual está caracterizada por una confianza y abandono completos a la voluntad di- vina... Vivir escondidos de todo lo grande, apa- recer pequeñas, teniendo firmes y constantes las raices de la virtud en la voluntad de Dios... Ser siempre sencillos ... Hemos apuntado más arriba el espíritu de hu- mildad de nuestra Margarita... Ahora recoge- mos de una carta de la Excma. señora Condesa estas hermosas palabras: “Hizo una vida tan es- condida que hasta de mí se ocultaba y nunca ha

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