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126 ALMA INFANTIL serlo... Lo que yo quiero es amar a Jesús más que ellas, pero de ser santa quisiera ser “la santa de las azucenas”. Aquí quiero señalar otra infantilidad de nues- tra querida flor de azucena... Se nos vino un j día medio llorosa al confesionario. —¿Qué te ocurre? ¡ —No sé; me vienen celos de Jesús. Siento que Jesusito quiere más a otras que a mí. Casi no lo puedo soportar con paz... Desearía ser la primera entre todas las que le aman y son de El amadas... pero me conformo. —Eso puede ser muy imperfecto. Te inquieta y debés entregarte a la voluntad de Jesús. E : Si la simplicidad mística es la transparencia del alma penetrada de Dios, la poseía Margari- BAR ta... Aquellos mismos celos que ella sentía, le venían de molde para expresar su vida interior. Quisiera ser en el Divino corazón como gota de cera en el horno o como gota de agua en-el mar, una misma cosa con él... confundida en todo lo posible... Cada impresión de la gracia y del amor es Je- sús, y puede llamarse Jesús, según escribia el gran mistico inglés Hilton en La escala de per- fección. Por eso las almas que viven tan atentas A a la gracia del Espíritu Santo y tan concordes | con Jesús pueden considerarse en plena posesión de Jesús... unidas a El puesto que la gracia se une sobrenaturalmente con el espíritu. dl Y El

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