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FLOR DE AZUCENA 99 Jugar quieres a esconderte? Juguemos, Jesús, los dos... yo correré de ti en pos. Iré donde pueda verte. No te escondas Niño Dios y si por querer jugar te quieres de mi ocultar escóndete en mi Dios niño donde sientas de cariño mi corazón palpitar. En estas delicadas flores “primerizas” se des- taca el estro fácil, y sonoroso de Margarita; en ella como en un espejo se ve el alma entera de la joven y se respira la suave pureza de aquel co- razón de diez y seis años que sólo suspiraba por las místicas dulzuras de la unión con el amado. (Julia Herreros, pág. 33). Cuando llegue a edad más provecta dejará abierto el surtidor del alma de la que escaparán “erupciones de amor” que acusan un estado su- perior de espiritualidad. A la voz de mi amado desperté de mi sueño presurosa, bebiendo en su costado como en copa de rosa las gotas de su sangre misteriosa.

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