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88 AMOR DE AMORES re a veces cosas que nos disgusten para que gustemos de ellas, y yo creo que en hacerlo así, se muestra el amor”. Con semejantes máximas informaba su vida, tejida toda ella de delicadeza. Gustábale repetir en italiano aquello del seráfico Padre que un día aprendió en una revista franciscana. Dolce amor di povertade quanto ti degiamo amare! povertade poverella umiltade e tua sorella, Solía a veces discutir sobre pensamientos y frases misticas que leia y meditaba. Por ejemplo: Perfectamente recuerdo que cierta tarde reci- tándome el celebrado verso de Pedro Reyes, me objetó que ella había leido que era de Santa Teresa y que le parecia propio de un cora- zón como el de la mística Doctora toda “embra- sada” en ascuas del amor. Le hice ver que en la Orden franciscana teníamos un detalle lite- rario que podía ser el tallo de donde brotara aquella flor de amor perfecto. En efecto el B. Jacapone tiene un verso: De P'inferno non temere ne del cielo speme avere. Con este recuerdo le vino a la mente el es- ritu caballeresco del siglo XIII y me dijo que

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