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FLOR DE AZUCENA 87 Sobre el amor de Margarita a los pobres po- dría hablarnos su madre, confidente de sus sen- timientos y testigo de sus hechos. Margarita amaba la “pobreza de Cristo” co- mo buena hija del seráfico Patriarca, y amaba a los pobres por Cristo. “El es mi pobre rico”, nada hay que valga tanto como la pobreza de Jesús. Lo que pensamos de los Santos en estas cosas no es la cosa misma que ellos experimentaron, sino lo que pensamos, que es cosa bien distinta. No es tampoco posible expresar bien lo que se piensa mal. Nuestra pluma no puede acertar a dar la expresión exacta de estos fenómenos; ha- bría que sentirlos y vivirlos. Margarita estaba aristocratizada para todo lo que era virtuoso, sobre todo para todo lo que tenía relaciones con el amor de los amores. Aquella su afabilidad de las hadas buenas estaba cristianizada ... Era bondadosa y amable tanto por natural temperamento como por obra de fe. Es que llevaba a Jesucristo como una forma so- bre el corazón y estaba acostumbrada a consul- tar interiormente con el dueño de su alma, di- ciéndole cuando hacía cualquier cosa: Jesusito ¿te agradará esto? Me decía que entendiendo ser el gusto de Jesús, toda cosa dificultosa se le tornaba dulce y sabrosa porque “aquello era amor de obra”. “Darme gusto con los disgustos que gustan a Jesús me entretiene, aumentando mi amor. Es por amor que nuestro Señor quie-

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