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a, y creció de manera sorprendente. Cardenales, Arzobispos, Obispos, Príncipes, personas de toda edad y condición se apresuraban a inscribir sus nombres y sus familias y sus difuntos en las Listas de la Congregación Universal. Las limosnas, aunque pequeñas, la mayor parte de pocos cén- timos, cada vez eran mas numerosas, tanto que, pasados solamente tres años, se dió comienzo a la obra de restau- ración de la Basílica con los meravillosos frescos que pa- sarán a la posteridad como verdaderas obras maestras de la pintura moderna. La más legítima gloria y el mérito más grande de la Congregación Ud de la Santa Casa, a ¿A que todos debieran inscribirse y ayudarla prácticamente y con gene- rosidad, la constituyen las Capillas afrescadas primorosamente en estos últimos cuarenta años, las cualen forman como es- pléndida corona al rededor de la Santa Casa. La Capilla Española, la Alemana, la Francesa, la Yugo-Slava y la Polaca: Merece especial mención el afresco de la Cúpula, llevado a cabo con las limosnas de los italianos. Vamos a ocuparnos, aunque sea brevemente de cada una de estas maravillosas obras, de las cuales es la primera. La Capilla Española y de la América Latina (dedicata a S. José) Si en todos los templos de la cristianidad debiera consagrársele un altar al Patrón excelso de la Iglesia Uni- versal, de ninguna manera podía faltar en la Basílica de Loreto un trono de honor al castísimo esposo de la Virgen, Jefe de la Sagrada Familia, el benditísimo S. José; y este fué el primer pensamiento y la primera de las portentosas obras del P. Pedro María de Málaga, dedicar una magní- fica Capilla al glorioso Patriarca, a la derecha de la Santa Casa, su antigua habitación: esta Capilla, acaso la más rica de todas, es esplendidísima por todos conceptos, por el arte y por los materiales, costeados con las generosas limosnas de los católicos españoles. El plan y dibujos son debidos
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