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De ahí que esos mismos soldados que habían visto el Santuario de Loreto y fueron testigos de las frequentes y numerosas peregrinaciones y de los prodigios que allí se verificaban, al volver a sus casas llevaban la noticiá. ref- riendo a todos las cosas que habían visto. A esto se debe que hayan venido a Loreto S. Severino, Sforza, Piccinino general del Papa contra Sforza. En 1443 el rey Alfonso de Nápoles, después de haber confinado a Sforza en Fermo, vino devotamente en peregrinación a Loreto, seguido del Virrey de Nápoles Raimundo de Córdoba. (Vogel 1, 201-309). Tambien Blanca, mujer del último Vizconde, visitó Loreto por dos veces, en 1442-1447, y después casi todos los de su familia. Otros muchos visitaron la Santa Casa en la primera mitad de aquel siglo, que podría llamarse el siglo Lauretano, en el cual se multiplicaron los dones y regalos al Santuario. De entre los inumerables personajes que visitaron la Santa Casa en este período, citaremos: ACalatesta de Rímini y de Fano, el «Aarqués de Ferrara Alejandro Sforza, y Segismundo Dalalesta : este vino a Loreto con un séquito de cuatrocientos caballeros. Merece especial mención el ilustre publicista católico Luis Veuillot, que enscribió un libro titulado " Roma y Loreto , en el cual, con una psicología que recuerda las Confesiones de S. Augustin, refiere su propia conversión, La Tripulación de la Carabela de Cristobal Colón. Importante, bajo todos conceptos, es el voto de venir en peregrinación a Loreto, que los tripulantes de la Cara- bela de Colón hicieron durante su travesía, cuando volvían de descubrir el Nuevo Mundo. Este hecho histórico es de una extraordinaria importancia, porque demuestra que, a fines del siglo XV, también en España se había extendido y era muy popular la devoción a la Santa Casa de Loreto. El voto de venir a Loreto en peregrinación lo hicieron los tripulantes el 14 de Febrero de 1493, el tercer día de la

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