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ta S. Carlos, durante aquel viaje, administró la Comunión primera a S. Luis Gonzaga, el cual según todas las pro- babilidades, ya desde pequeñín fué presentado a la Virgen de Loreto, en su Santa Casa, según el voto que había hecho su madre, la Marquesa Dña. Marta, viéndose en peligro al tiempo de darlo a luz. S. Luis estuvo además en Loreto en el año 1585, antes de ir a Roma para entrar en el noviciado de la Compañía de Jesús. En esta ocasión confesó y comulgó dos veces, y en los dos días que se dotuvo en Loreto pasó casi todo el tiempo en la Santa Casa a los piés de Jesús y de María, engolfado en la más sublime contemplación. S. Francisco de Sales vino en 1591 a renovar en la Santa Casa el voto de perpétua castidad que había hecho en París, y la resolución de abrazar el estado eclesiástico, resolución adoptaba en Pádua. " Los historiadores de su vida están acordes en afirmar que el santo recibió en la Santa Casa: gracias muy particulares, que su espírito fué iluminado con nueva luces y que su corazón se sintió in- flamado en amor tan ardiente, que nada la parecía imposible tratándose de la gloria de Dios y de salvación de la almas. (Ouvres complétes de Saint-Fragois de Sales, Paris, Parisse, 1861, t. 1% p. 15-16). Millares de besos estampó en las paredes de la Santa Casa S. José de Calasanz, quien como recuerdo de la visita, en lo sucesivo recitó siempre todos los dias la Letanías Lauretanas. S. José de Cupertino, Conventual, mientras contemplaba la Santa Casa desde la vecina ciudad de Osimo, vió en éxtasis como los Angeles del cielo penetraban en ella con las manos llenas de dones celestiales. Absorto ante tan consoladora visión, se elevó del suelo volando hasta cerca de unos veiente pasos de distancia del Santuario, deteniéndose junto a un almendro. Vuelto en si suplicó a Fr. Pedro de Urbino que le ayudase a cantar la antífona de Navidad. Y dijo al mismo hermano : " Mira y verás que la misericordia divina

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