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sá O Quarnaro se vió envuelto en una extraña luz resplandeciente. A poca distancia de Fiume está el pueblicito Tersato, lla- mado antiguamente Rauniza; precisamente sobre la collina de este pueblo apareció como por encanto una casita en forma de Iglesia. Maravillados por la novedad los humil- des habitantes entraron en ella al principio con cierto temor o mido, encontrándose con un altar y una devota imagen de la Virgen con Jesús en actitud de bendecir con una mano, mientras con la otra sostenía un globo dorado; vieron ademas una Cruz de brazos iguales, y un hogar y un armario conteniendo utensilios de cocina; las paredes estaban adornadas de frescos representando santos orientales. Ciertamente no podían sospechar y jamás hubieran podido imaginarse que fuese aquella la Casa donde se encarnó el Verbo de Dios. Supieron la verdad por revelación de la Ssma. Virgen a D. Alejandro, Párroco de Tersato, que se hallaba gravísi- mamente enfermo, y en confirmación de la verdad que le anunciaba la Ssma. Virgen le devolvió instantáneamente la salud. Había en las cercanías de Tersatg un Castillo del Conde Nicolás 11l de los Frangipani, el cual bien infor- mado del hecho extraordinario, para asegurarse mejor de la verdad del prodigio, mandó a Nazaret una comisión de cuatro diputados, entre las cuale el mismo Párroco D. Ale- jandro. Después de no pocos peligros y dando mucho dinero a los musulmanes, al fin pudieron llegar a Nazaret donde encontraron la Basílica destruida y en el lugar de la Cripta, los cimientos, precisamente los cimientos de la Santa Casa. Midiéndolos escrupulosamente comprobaron, con la alegría que se deja suponer, que coincidian exactísima- mente con los de la Casita aparecida en su pais, y no hallaron diferencia alguna entre la clase de piedra de los aimientos y las de que estaba construida la citada Casa cparecida en su territorio. Vueltos a Tersato redactaron un documento firmado por todos ellos, que desgraciadamente no ha llegado hasta nosotros.

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