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pacífico y bondadoso evangelizador... Sería temerario el suponer que el santo, sacudiendo el polvo de sus sanda- lias, preferiese ir a visitar los lugares Santos que estaban tan próximos y que no podían: menos de despertar en él un ansia irresistible. ¿Dónde habría pasado S. Francisco la Navidad del 1219 sino a Belén ? ¿ Dónde .el día de la Anunciación del año siguiente, sino en Nazaret? ¿ Dónde Viernes Santo y la Pascua sino en Jerusalén, en el huerto de Getsemaní y en el Gólgota ?.... Sus biógrafos pasan completamente en silencio este período de su vida. Sin embargo, cuando vemos a Fran- cisco vuelto a su patria festejar el Nacimiento ante el pesebre en Greccio, nos sentimos impulsados a ver en este hecho el recuerdo de una noche de Navidad pasada en Belén. Y la impresión de las llagas de Cristo sobre su cuerpo en la Alvernia, ¿qué otra cosa fué sino al com- plemento de lo que dos años antes había probado el día de Viernes Santo, arrodillado sobre el Calvario ? S. Luis Rey de Francia. En uno de los primeros días de la primavera del 1251, el 24 de Marzo, una numerosa caravana con la insignia real enarbolada al viento, avanza bajo el cielo de Galilea en dirección a Nazaret para venerar la Casa del Rey de los reyes. Sobre la insignia real destaca el lirio francés .Es que S. Luis IX Rey de Francia, librado de la prision musulmana, realiza su peregrinación de acción de gracias al Redentor del mundo. En esta su visita a la Casa de María iba acompañado de un grande séquito de caballeros y de fieles, del Legado Pontificio Otón de Túsculo y de su Confesor . Godofredo de Bullón que, más tarde, escribió la historia de la vida de S. Luis. Apenas el santo rey divisó desde léjos la gran Basílica Nazarena, se apeó del caballo, y arrodillado en tierra adoró un buen rato el grande Misterio que en aquel lugar se había realizado. Con motivo de su llegada a Na-
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