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reto y Filostargio, cuando el proprio Nicéforo declara que sus obras las ha redactado inspirándose en las de dichos historiados, y como si se tratase de prevenir los ataques y objecciones de los críticos modernos, añade : " estos escri- tores dejan de consignar algunás cosas y omiten otras im- portantes y necesarias, procediendo así o por pasión de ánimo o por falta de noticias, o de tiempo, o de libertad. (Migne v. 145, c. 605 - 10). De donde se deduce la ligereza de Chevalier al apre- ciar el valor histórico del testimonio de este escritor que reune todas las condiciones para ser considerado como veraz historiador y competente crítico. En suma, lo que más im- porta es demonstrar que la noticia de la costrucción de la Iglesia por Sta. Elena en torno 'a la Casa de la Sagrada Familia, donde " El Verbo se bizo carne ¡, no lo niega Eusebio ni los otros historiadores, sino que aún puede observarse un paralelismo de tiempo y circunstancias en las narraciones de Eusebio y de Nicéforo, que esclarecen, con la luz de la verdad, las afirmaciones del último. 1) Ninguno de los autores citados niega esplícita o implícitamente la erección de una Iglesia en Nazaret por Sta. Elena o el Emperador Costantino. 2) Que lejos de negarlo lo afirmen implícitamente, se deduce de la carta imperial dirigida a Eusebio de Ce- sárea de la que hacen relación los historiadores y el mismo Nicéforo. En dicha carta habla el Emperador Constantino el Grande de las Iglesias que en Palestina se debían edificar o restaurar. Ahora bien, es evidente que esta obra de costrucción o restauración no debía limitarse solamente a Jerusalén, sino que, sin género de duda, debía comprender también Nazaret, por la grande relación que tenía con la vida humildemente divina de Jesús. Además Eusebio afirma que Sta. Elena después de la invención de la Sta. Cruz, y después de haber ordenado la costrucción de las Basílicas de Belén y de Getsemaní, se dedicó a recorrer todo el Oriente, y que en aquel viaje

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