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las Iglesias que en Palestina debían edificarse o recostruir- se: con este mismo objeto, su madre, la Emperatriz Sta. Elena, en el año 326 ó 327 se ocupó en recorrer el Oriente, invirtiendo gran parte de sus tesoros en la Costrucción de Iglesias. (Migne V. 20, C. 1J01). Del mismo modo que los otros lugares santificados con la presencia del Redentor, también Nazaret tuvo el honor de ver elevarse una grandiosa Basílica al rededor de la Casita donde Jesús fué concebido per obra del Espíritu Santo, donde la Virgen pronunció el Fiat principio de la Redención humana. Esta Basílica la mandó construir Sta. Elena durante el viaje a Tierra Santa, en el cual, según, Eusebio, fué pródiga de sus tesoros, particularmente en favor de las Iglesias. La noticia nos la ha transmitido el historiador Nicéforo Calisto, el cual hablando del viaje de Sta. Elena dice: " que llegó a Nazaret y habiendo encontrado la:Casa de la salutación Angélica, levantó allí un grandioso templo a la Madre de Dios. y (Migne V. 146, C. 113). A la vista de este testimonio irrecusable, de nada valen los esfuerzos de Chevalier, quien empeñado en sostener la tesis de la destrucción de la Casa de María por parte de los judíos, después de la completa destrucción de Jeru- salén y de toda forma de organización judáica bajo el em- perador Adriano, interpreta a su modo y desfigura horrible- mente los testimonios que afirman su existencia hasta el tiempo en que fué trasladada primeramente a Tersato, y después a Loreto, a fines del siglo XIII Dice que el testimonio de Nicéforo (siglo XIV) es tardío, y con la más grande desenvoltura, que, sin embargo no es sincero, deduce esta galana conclusión: " Nicéforo incurre en falsedad o por lo menos en error, porque de dicha Iglesia de Nazaret no hace mención Eusebio de Cesárea contemporáneo de Costantino, ni después de él los historiadores Sócrates, Teodoreto y Filostargio ;. Nótese bien esto: Chevalier pone en contradicción al historiador bizantino con Eusebio, con Sócrates, Teodo-