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aún en sus jegos y diversiones ostentan cierta rara se- riedad; e instintivamente retrocede el pensamiento a la Nazaret de 20 siglos atrás, que probablemente no debía ser muy distinta de la de hoy en las costumbres, y... nos asalta invenciblemente esta idea: - también Jesús vestiría así, poco más o menos, y jugaría como los niños de ahora En uno de los extremos del pueblo se ve la fuente de la Virgen, a la cual sin duda, también la Virgen ven- dría a llevar agua, como las nazarenas de hoy, con la ánfora graciosamente sostenida sobre la cabeza. La casita de la Virgen estaba adosada a la roca de la colina de la ciudad, y comunicaba con una especie de gruta o cueva cavada en la viva piedra y que formaba parte integrante de la habitación, como tantas otras casas de la " for , de Galilea y de otras poblaciones, como por ejemplo de la Ribera de Navarra. En esta humilde casita, la Virgen de la estirpe de David, vivía absorta en pensamientos de cielo. Un día, acaso al rayar el alba, o tal vez cuando el astro rey lanzaba sus últimos reflejos sobre las blanquecinas casas de Nazaret, quizá mientras la Virgen oraba suplicando a los cielos que llovieran al Justo, al Me- sías que debía salvar a la humanidad, y meditaba una de tantas profecías que señalaban las circustancias de su apa- rición en el mundo, María se sintió sorprendida por un ruido que no era el volar de un pájaro que pasase delante de la única ventana que iluminaba la habitación, ni el rumor del viento moviendo los ramas de los árboles. Se sorprende y se turba al mismo tiempo al ver en su pre- sencia un ser divinamente hermoso que la saluda diciendo: " Ave gralia plena, etc. Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres. No temas, oh Iaría, porque has hallado gracia delante de Dios: he aquí que concebirás y parirás un hijo a quien llamarás Jesús. Este será grande y será llamado hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará elernamente... y su reino no tendrá fin y. Entonces