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¿eL De lo que no es ni Liberalismo ni pecado (Continuación) D.—Y del progreso, ¿qué me dice usted? ¿puedo amarlo, procurarlo y entusiasmaime con él, sin ser liberal? O ¿lo ha condenado la Iglesia al condenar el Liberalismo? M.—No, señor; la Iglesia no ha condenado el progreso, ni lo ha podido condenar, por- que el progreso no es sino el adelanto en el conocimiento de las ciencias naturales y en su aplicacion; es, pues, una perfección del en- tendimiento que se enriquece con unas cuan- tas verdades más, y la Iglesia que, haciendo descender del cielo la gracia divina, enciende en el alma del hombre la lámpara de la fé, para iluminarle el camino de la vida, no iba á apagarle su razón, esa otra lámpara encen- dida por Dios, v con la que se ilumina la creación material, es decir, les paisajes que hay á los dos lados de ese camino. Lo único que exije del hombre es que no deje de ca- minar, y menos se desvíe, poniéndose en pe- ligro de perder al Criador por entretenerse á investigar los secretos de la creación. No es, pues, la Iglesia enemiga del progreso, - como

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