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de is que por eso sea necesario que sean liberales propiamente tales todos los que militan en él. Acomodarse al vulgo, llamando liberales á tales sujetos, no es pecado alguno, tanto más cuanto que ellos mismos se aplican ese adjetivo y hacen de él un título de gloria. D.—¿De cuantos modos puede un católico hacerse culpable del pecado de cooperación á la herejía liberal? M.—Son innumerables, como son innume- rables las manifestaciones de la actividad hu- mana. En beneficio del Liberalismo puede emplearse el talento, el ingenio, la energía de la voluntad, la imaginación, la posición so- cial, la palabra, la autoridad, la influencia y el dinero. Se hace cómplice de ese pecado 1. el que da su nombre á un partido libe- ral con el fin de propagar ó consolidar el Li- beralismo. 2.” El que eleva con su voto á un ciudadano liberal á la categoría de padre de la patria 3. El que se suscribe á un periódi- co ó revista liberal, Ó los propaga ó los reco- mienda, y mucho más si contribuye con sus escritos, aunque no sean anticatólicos, á ha- cerlos más interesantes. 4. El que construye teatros, casinos, círculos ó ateneos para de- fender en ellos tesis liberales, haciéndolos cátedras de esa herejia. 5. El que alaba por