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2 > E á la religión y á la sociedad. Son los cóm- plices del Liberalismo, los que lo mantienen en el Poder, como las columnas mantienen el edificio gigantesco No son ellos el fuego-de la herejía que abrasa el templo de Dios, pero son los que arrojan á la hoguera abundante combustible para que se eleven más sus lla- maradas no son los asesinos de su madre, pero son los que alimentan, acarician y ayu- dan á los asesinos; en. una palabra, no son ellos la fiera liberal, pero son los que la le- vantan s: bre el estrado de los Poderes Pú- blicus para que desde allí se lance sobre el mundo á turbarlo y desgarrarlo. De donde se infiere que debemos luchar contra ellos sin descanso para impedir su avance y paralizar su acción, como si realmente fueran libera- les. D.—¿Deberemos no obstante abstenernos de aplicarles ese calificativo? M.—Asi debería ser si la palabra liberal la tomase el público en el sentido rigurosa- mente teológico de defensor de las liberta- des modernas condenadas por la Iglesia. Lla- mar en este concepto liberal á un católico, sin razones evidentes para ello, es una falta gravisima, mucho más cuando la palabra se aplica á personas eclesiásticas, ungidas con el Óleo santo é iluminadas con el fulgor del Santuario. Pero conviene advertir que el uso común emplea ya el vocablo liberal no para desig- nar á un hijo rebelde á la autoridad dogmá- tica de la Iglesia, sino á un afiliado 4 tal ó cual partido cuyo programa es liberal, sin AI pe mad Puros 5d HE TR AR A A A ió

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