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6 muerto en sus manos. Por medio de leyes y decretos, que Calígula se hubiera avergonza- do de firmar, decretos y leyes encaminados á apresurar la apostasía del pueblo, ha arreba- tado los hijos á la santidad del hogar domés- tico, lievándolos por fuerza á escuelas neu- tras Ó aíeas, donde la fé necesariamente de- be morir, Ó por no haber ambiente para ella, Ó por ser el ambiente envenenado. Esa tira- nía inaucita, que borra violentamente en el alma del niño la imagen de su Criador, mo- delándola luego á semejanza del Estado libe- ral, trata de cohonestar el Liberalismo dicien- do, que la instrucción y educación de la ju- ventud es función propia de los Gobiernos. ¡Solemne desatino! El hijo, con sus sentidos, sus potencias y su eternidad, es antes de sus padres que de la patria, porque la unión en- tre el padre y el hijo es más sagrada, más ín- tima, más natural y más antigua. El Liberalismo ha tratado de debilitar la autoridad eclesiástica, separando la Iglesia del Estado, y, dónde esto no ha sido posible por la oposición del pueblo, expulsando al sacerdote del Parlamento y de la escuela, encarcelando al Sumo Pontífice, convertido por el Liberalismo de Rey de los Estados Pontificios, en el primer mendigo del mun- 0, y, en general, buscando á cada paso pre- textos para anular ó entorpecer la acción del clero secular y de las Ordenes religiosas en la vida espiritual de las naciones. Respecto de la autoridad política, aunque no ha cesado de sublimarla y extender sus límites más de lo que debiera, sin embargo, A ni e Eo (paid LE pe A SUIERRE 42 a E E

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