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O UE Dios, pero sí á semejanza de Dios. Es infali- ble porque ha dicho, dice y dirá siempre la verdad. Es impecable porque ha querido, quiere y querrá siempre que esa verdad sea la que informe y santifique la l: gislación de las naciones. He aquí ahora en breves palabras toda la doctrina sobre el gobierno de los pueblos. Dios depositó en el fondo de todas las almas algunas verdades morales que son la expre- sión de su voluntad santísima, y quiso que sirviesen de giua en el camino de la vida lo mismo á los individuos que á la sociedad. Una desviación lamentable de los caminos de la justicia difundió densísimas tinieblas sobre ese depósito sagrado, ocultándolo casi por completo á las miradas del mundo que lo necesitaba con necesidad imprescindible. Compadecido Dios, descendió de las alturas, volvió á proyectar viva luz sobre esos prin- cipios fundamentales, creó una religión posi- tiva, y lo mismo esos principios que los dog- mas que constituyen esa sacrosanta religión entregó para su conservación á una sociedad religiosa que se llama Iglesia Católica, pro- metiéndole su asistencia, y asegurándole que las puertas del infierno no prevalecerían con- tra ella. El problema de la gobernación de los Es- tados, en lo que se retiere á la justicia de las rai 00 a a E ct Ai E o o ” A pa E A o ia At A A

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