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mn Pm. rez Ad! 19 di 19) 18 id m4 a es necesario que cada uno de los mandatos sea una derivación ó una copia de los princi- pios eternos de justicia. El rey legítimo que quiere imponer á su nación el crimen como una ley rompe con esto ei lazo que le unía con Dios de quien recibía el poder de egis- ar, y, por consiguiente, para aquel acto transeunte, pierde la legitimidad y la reale- za, y no tiene más autoridad que el último vasallo. ¡La voluntad de Dios! sobre ese ci- miento inconmovible se apoyan todos los rei- nos de la tierra. La ley humana obliga porque es una aplicación de los principios de Dere- cho natural, y los principios de Derecho natu- ral obligan porque son la expresión de lo que Dios quiere de los hombres; de donde se de- duce lógicamente que en último término Dios es el único legislador del Universo.

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