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o primero, pero en política soy liberal». Dicha frase supone en el que la profiere, ó ignoran- cia de los más elementales enunciados de la Etica ó gran perversidad de voluntad. El mis- mo Dios que manda al hombre ser buen es- poso ó buen padre de familia, ajustando su conducta á los preceptos que El ha impuesto al individuo y á la sociedad doméstica, le manda también ser buen legislador, y por consiguiente acomodar la ley á las enseñan- zas de la Iglesia y del Decálogo, cuando se sienta en los escaños del Senado ó del Con- greso. * o» Me preguntará V. ahora «Y declarada por el Liberalismo la neutralidad del Estado ¿con qeé criterio se guían los liberales para hacer la ley»? Para ellos la norma de lo justo y Ide lo injusto es la voluntad de la mayoría ha la- da por medio del sufragio universal. Este es el significado de la frase «El Derecho públi- co no es católico ni protestante.» Quiere de- cir: «El derecho público no es ninguna cosa fija é invariable. Lo que la mayoría pide aquello es el derecho». Lo absurdo de esta teoría es evidente. A los que la defienden puede el filósoto ence- rrarlos en un círculo de hierro formado por este dilema O las naciones tienen derecho á regirse con leyes injustas ó no. Es imp sible

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