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AA demos establecer las siguientes afirmaciones; 1.2 El hombre que obscurece voluntaria- mente su inteligencia con las tinieblas del error peca delante de Dios. 2.? El hombre que difunde esas tinieblas en las inteligencias de sus hermanos peca de- lante de Dios y es además reo de un delito ante la Iglesia y ante el Estado. 3.” El Estado tiene la obligación de cas- tigar esos delitos, como lo dice la razón, y lo ha declarado solemnemente la Iglesia. Lo que el Estado no puede ni moral, ni físicamente siquiera, castigar, son los peca- dos internos de la inteligencia, que por ser ocultos se hallan naturalmente sustraídos á su jurisdicción; pero desgraciadamente es másque probable que la famosa frase «la inte- ligencia no delinque» ni en los labios del primero que la pronunció, ni en los que des- puésde él la han defendido y comentado, tie- ne esa significación. Sus repetidas declara- ciones favorables á la propaganda de las más funestas y antisociales doctrinas y su con- ducta política hacen totalmente imposible esa caritativa interpretación. Además el atribuirle ese sentido sería hacerles decir una perogru- llada. Afirmar que la inteligencia no delin= que en el sentido de que el Estado no puede castigar las ideas antes de manifestarse sería lo mismo qne declarar solemnemente en un congreso de Medicina que para matará un hombre es necesario que esté vivo,
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