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e rizonte el sol de la verdad y las tinieblas hu- yeron y pudo verse otra vez el paisaje en to- da su riqueza y variedad natural. La Iglesia ha señalado al Liberalismo con el anatema de su condenación; de ese modo sabe ya el católico que para llegar á la región donde el Liberalismo vive hay que atravesar las fron- teras del reino de Dios El Liberalismo ha sido condenado por Gre- gorio XVI en la Encíclica Mirari vOS; por Pio IX en la Encíclica Quanta cura y en multitud de Aiocuciones y Breves, condena- ciones reunidas después y publicadas oficial mente en un documemo llamado el Syllabus; y León XIII lo condenó en la Encíclica Liber= tas. En primer lugar el Liberalismo con todos los errores que contiene está condenado en la proposición ochenta del Syllabus; que di- ce así «El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el Liberalismo y con la civilización moderna.» Vea V. ahora la condenación de cada error en particular. El Liberalismo proclama la libertad de cul- tos, y esta libertad ha sido con enada por Pio IX en aquella proposición que dice « Lau- dablemente se ha proveido por medio de la ley en algunas regiones católicas el que sea lícito tener ejércicio público del propio culto á los hombres que pasan á ellas» y León XIII en su Encíclica Libertas dice, ha- blando de dicho error liberal. « Una libertad

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