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> cuando se trata de hacer una ley pa regir con ella al País, y esta fórmula es el ssfragio universal. ¡El sufragio universal! ¿Quién al oir esa palabra no cree percibir ya el fulgor del rayo y el estampido del trueno? La emi- sión del sufragio universal, acto totalmente indiferente, que se convierte en bueno ó en malo según se le haga servir al triunfo de la justicia Ó de la impiedad, es en el orden de as ideas, dentro de las teorías liberales, un gravísimo error y en el orden de los hechos ha sido con frecuencia y probablemente se- guirá siéndolo en adelante el principio de grandes crímenes. Es un error en el orden de las ideas. En efecto. El Liberalismo proclama al pueblo soberano independiente en la for- mación de las leyes. Arrodillado después an- te ese dios creado por él mismo le consulta El oráculo de esa divinidad declarado ya doctrinalmente de antemano norma de las costumbres independiente de todo otro dere- cho divino y humano, se llama sufragio uné- versal. En el sistema liberal el sufragio unt- versol es la voz del pueblo; no basta esto, €s la voz del pueblo en cuanto que sustituye á los dictámenes de la ley natural y á la voz de la Iglesia. Esa segunda tórmila vicia por completo un acto que podría ser virtuoss convirtiéndolo en un pecado y á la teoría en que se anuncia su licitud en un absurdo. En el órden histórico el sufragio universal ha sido la boca por donde ha blasfemado el Estado liberal después de haber sacudido el yugo de la dominación divina. El establecji- miento oficial de todas las libertades de per-

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