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A A RA — 246 — Podría preguntaros ahora: ¿Cuál es el fín que perseguís al levantar en alto y sostener con pertinacia una bandera que, además de haber sido desgarrada con el rayo de la mal- dición de la Iglesia, ha ondeado cien. veces “ sobre lagos de sangre? ¿Queréis destruir el orden, alterar la paz de la sociedad? No; pre- cisamente vosotros sois los que más invo- cais la idea del orden, sin duda porque,. siendo vuestro sistema político por su misma naturaleza perturbador del orden verdadero del entendimiento y de la voluntad, no os queda para gobernar la sociedad otra cosa que el orden material, mantenido trabajosa- mente á fuerza de policía y batallones. ¿Quereis acabar con la Iglesia Católica? ¡Vano empeño! Es tan significativo y abru- mador el hecho de que exista todavia la Iglesia después de veinte siglos Je persecu- ción por parte de la filosofía, la literatura y las armas,y todos los elementos de guerra que la malicia de! hombre ayudada del infier- no puede inventar, que considero ya impro- - pia de un hombre de talento la pretensión de destruir esa Fortaleza, declarada inexpugna- ble por la historia. La Iglesia no morirá. Una institución que vive veinte siglos da muestras de tener ener- ía suficiente para vivir toda la eternidad. o morirá, ni en vuestras. manos, ni en ma- nos de nadie. Es inutil, además de ser impío, el empeño de destruirla, desencadenando so- bre ella tormentas, por pavorosas que sean. Ave inmortal destinada á cantar en nuestro valle el cántico de la gloria, nadie interrum-

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