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— 238 — horizonte del mundo civilizado, el anarquis- ta, gigante que parece que llev. en si la om- nipotencia destructora del genio del mal, tipo feroz que á todo el aparato de defensa que puede proporcionar el progreso moderno pa- ra defender la sociedad contesta él arrojando una bomba en el seno de esa misma socie- dad, y cubriéndola de luto en un momento; todas estas manifestaciones antisociales, fruto exclusivo é inmediato de vuestras doctrinas son la contestación más elocuente á ia pre- gunta que acabo de formu'ar. Antes que vosotros vinieseis, no existian como fenómenos permanentes, y es cierto que desapa e-erían lentamente por sí mis nas, desde el momento en que, plegado por vos- otros el pendón de la libertad liberal, queda- se interrumpida la corriente de vida que las anima. ¿Han progresado los pueblos en el orden político? ¡El orden político! ¡Casi hemos olvidado ya el sigrificado de esas dos palabras! Tan acostumbrados están nuestros ojos á ver ríos de sangre derramada en sediciones y motines, tan acostumbrados están nuestros oidos á oir *l estampido del fusil disparado desde arriba y la detonación del rewolver contes- tando desde abajo, tan frecuente es el espec- táculo de ver á los gobierno: no defendien- do álos pueblos sino defendiéndose de ellos,