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dk LICENCIA Como una desviación criminal ó un desfa- llecimiento lastimoso del libre albedrío existe en el hombre la facultad de quebrantar la ley, abusando de su libertad. No es necesario apelar á ningún razonamiento para demostrar esa afirmación que una triste experiencia ha- ce evidente. Colocado ese rey misteroso entre dos abis- mos, Dios y el pecado, puede abrazarse al primero ó arrojarse al segundo. Según el uso bueno ó malo que haga de su libertad, puede elevarse Ó degradarse; su corazón puede ser una carcel tenebrosa ó un tabernáculo- ilumi- nado; su frente puede brillar con la luz del Angel ó relampaguear con la ira de un espí- ritu infernal; su cuerpo puede ser un santua- rio Ó un muladar; su voluntad un surtidor que levanta sus aguas ó un torrente que se des- peña; su entendimiento un espejo ó un velo fúnebre; su lenguaje un canto celestial ó una blasfemia. En una palabra, es un monarca que manda en sus dominios, y tiene el terrible poder de admitir á Dios en su reino y de ex- pulsarle de él. D.—Y ¿también esa facultad de infringir

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