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pila — 214 — menso como la mar, profundo como ella salvaje como las tempestades que forman sus olas. Digame V. qué verdad queda en pié ó puede prometerse un día de existencia, una vez proclamado el principio de que la razón no depende de la verdad, y que, por corsi- guiente, todos sus dictámenes son santos y dignos de respeto y protección. Todas las aberraciones que han brotado ó pueden bro- tar de las cabezas de todos los hombres ca- ben dentro de esa fórmula, cualquiera que sea su malicia, su enormidad y sus consecuen- cias. Las negaciones de los protestantes, los ato- rismos de los socialistas, las visiones del Panteismo, los planes y blasfemias de los anarquistas, y todos los errores de todos los. herejes, idólatras y ateos que ha habido y ha- brá en el mundo, desde el dogma sombrío y petrificado del indio adorador de Brahma, hasta el embuste del titerero de plazuela, to- do cabe dentro de la blasfemia liberal; por- que cada uno de esos errores representa un extravío dela razón humana, y mal podrá, por consiguiente, rebasar los bordes de ese abismo, que es el verdadero templo de la ra- zón rebelde ó extraviada. Podría en algún modo decirse que el Liberalismo, mejor que un error particular, es un axioma con que se pretende santificar todos los errores, una es- pecie de panteón fabricado para recibir, le- vantarles altares y dar culto á todos los deli- rios que vayan ocurriendo á la humanidad en el transcurso de los siglos. Observe V. ahora que cada error que dice-

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