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E lico con millares de recu=rdos que contribu- yen á que se prolonguen más profundamente sus raíces El valle natal, la casa solariega, la historia de los antzpasados, el Santuario histórico y querido, los consejos maternales, los episo- dios de la niñez, las dulzuras del hogar do- méstico, la primera Comunión, los consuelos recibidos durante la vida, que casi siempre re- conocen la fé como causa y origen; todo este conjunto de detalles abraza lo másíntimo del hombre, y vive, por consiguiente, en lo más hondo de su ser. Por eso, aunque no es di ícil merced á una sugestión poderosa, hacer á un católico cri- minal, es dificil hacerlo incrédulo, y lo más frecuente es que la fé no se pierda totalmen- te en una sola generación, sino que vaya pa- sando de una á otra como herencia cada vez más mermada que acaba por disiparse. La historia del Liberalismo es una confir- mación de esta verdad. Jamás herejía alguna ha luchado contra la fé del pueblo cristiano en condiciones más ventajosas. Apenas nació, realizó una con- quista soberbia, escalando de un golpe en to- das las naciones por la astucia Ó por la fuer- za el alcázar del Poder. Parapetados en esa altura los liberales, y viendo á sus pies á un pueblo firme en la fé de sus padres, entablaron con él guerra á