BCCPAM000R08-5-41000000000000

— 202 — locado voluntariamente el mundo civilizado? Yo no encuentro más que una, el castigo. Un padre que tiene un hijo á quien ama de veras, trata de evitar que se produzca la muer- te tomando un líquido venenoso. Le llama, le acaricia, le aconseja, le amenaza y le dice: «No tomes ese licor porque es un veneno que mata!» £l niño es voluntarioso y rebelde y amigo de probarlo ysaberlo todo, y se em- peña en aplicar á los labios el líquido fatal, aprovechando la primera oportunidad. ¿Qué hará el padre si le ama de corazón? Azotarle Ó darle á probar una pequeña cantidad del li- cor que le atrae, para que su acción corrosi- va le sir/a de elocuente y persuasivo predi- cador. Esto es lo que va á hacer Dios con el mundo civilizado. Permitir que tome, pues se empeña en ello, el veneno liberal para que al sentirlo correr por sus venas, arroje el frasco exclamando: «Esto es malo; no volveré á to- marlo jamás». Esto va á ser la Revolución. D.—Y ¿dice V. que esa Revolución está todavía lejos? M.—Esa Revolución definitiva, que ha de pasar por el mundo abrasando en voraz in- cendio todas las instituciones liberales; esa Revolución que marcará la hora de Dios, la agonía del Liberalismo y la restauración com- ne del reinado de la libertad ¿cristiana; esa evolución que con su voz de trueno, sus palabras de fuego y sus letras de sangre ha de llevar en pocas horas la persuasión más completa á esa raza de liberales doctrinarios, á quienes ni la palabra del Papa, ni la voz del Episcopado, ni el grito de la prensa católica,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz