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— 201— Religión católica, y para sostener en unos y restaurar en otros la creencia en el orden so- brenatural, ha creado en medio de Europa esa verdadera oficina de milagros, el Santua- rio de Lourdes, que, como catarata continua- da de agua pura, cae sin cesar sobre el mun- do, para que abra los ojos, y al mirar siquiera por curiosidad al lugar de donde el agua cae, tenga que mirar al cielo. Pero como tales golpes de gracia han sido estropeados por la libertad de gran parte de los hombres enamorados de la nueva here- jía, Ó persuadidos de que es completamente inofensiva, Dios ha descubierto parte del ve- lo, para que vean algo de lo que el monstruo encierra en su seno, permitiendo que se oi- gan hoy en Francia, mañana en España, al siguiente día en América formidables explo- siones políticas, sociales y religiosas, como anuncios de la gran revolución final que en su mano está todavía el evitar. Esta es la obra de Dios en el siglo XIX y en lo que llevamos del siglo XX, y este es el momento en que ese mundo que se llama ci- vilizado, lejos de volver atrás en su carrera emprendida y dirigirse á Dios que le está lla- mando, corre como bruto sin freno á lanzar- se á un abismo, que desde lejos le parece bello, porque en sus bordes vé escrita con letras de luz esta palabra brillante: ¡Libertad! «¡queremos libertad! han dicho, la libertad li- beral, la libertad de perdernos! ¡Viva la liber- tad!» En vista de esto ¿qué solución encuentra V. para ese grave conflicto en que se ha co-