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— 197— Yo tengo sobre la cuestión del fín del Li- beralismo opiniones concretas, que no tienen otro fundamento, claro está, que las razones particulares mías en que las apoyo, y que sencillamente voy á declarar á V. En el supuesto de que-el fín de la existen- cia de la humanidad sobre la tierra esté to- davía muy lejano, creo firmemente que el Li- beralismo producirá todos los frutos que pue- de producir, vomitará todo el veneno que encierra en sus entrañas y acabará con una gran revolución. Los medios que tiene en su mano la mise- ricordia de Dios para curar al mundo del Li- beralismo son infinitos; pero del mismo mo- do que no obra Dios de ordinario milagros en la naturaleza, tampoco los obra habitualmen- te en el orden de la gracia; y la conducta que observa con un individuo en particular, ob- serva también con las naciones. Posible es que salga Dios con un torrente de gracia al encuentro del mundo civilizado, como salió un día al encuentro de Saulo en el camino de Damasco, y le diga: «¿por qué me persigues?» y que Oiga de ese mundo apóstata la misma contestación que oyó de labios del Apostol: «Señor ¿qué quereis que haga?» Pero esto sucede pocas veces en la historia, y el filósofo no puede apoyarse en sus investigaciones en lo que raras veces su- cede, sino en el curso ordinario de los acom-

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