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— 187— del ser; y para caerse ó para dejar de ser, el hombre no necesita de nadie. Es, pues, én los liberales la lucha contra nosotros comple- tamente natural. Pero en nosotros la lucha contra ellos es sobrenatural, por que, consi- derada en sí misma, se compone de actós que se dirigen á conseguir la regeneración crisz tiana de la socie ad, y este efecto es sobre- natural. Trabajemos, pues, pero invocando á Dios, y firmemente convencidos de que el segundo medio es más poderoso que el pri- mero. Grañ parte de las empresas de los parti- dos católicos en algunas naciones han fraca- sado, y eso se debe, á mi juicio, á que han dado la importancia principa! al trabajo más bien que á la oración. El ambiente de Nutu- ralismo que ha creado en la sociedad el error liberal, el lenguaje que por necesidad se em- plea, donde suenan las voces de campaña, acción, avance, retroceso, derrota, victoria, filas leales ó enemigas; los encomios hiper- bólicos y exclusivos tributados á la eficacia de la prensa católica por muchos escritores, como si juera este el medio principal de cy- rar la sociedad; el ruido y el movimiento de las luchas electorales etc., han falsificado en nosotros el concepto verdadero de la acción católica, úe modo que vivimos, no en el error, pero sí en la imaginación habitual de que res- taurar el reinado de Jesucristo en las leyes es una cosa así como conquistar las Galias 6 pasar el Rubicón. Es necesario decirlo y repetirlo mil veces ¡oración! ¡oración! Todo consejo que sea con-
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