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— 182— es un despreciador constante de ias manifes- taciones públicas de Catolicismo, calificándo- las de exageraciones. La amistad entre un católico y un liberal, formada por relaciones de familia, por afini- dad de caracteres Ó por cualquiera de las circunstancias de la vida, comenzará con un duelo á muerte en las ideas; pero como las liberales son agradables á la naturaleza, por- que favorecen el amor á la independencia y la sensualidad, el católico, que, quizá en los primeros momentos trató de atraer á su ami- go, no tardará en sucumbir atraido por él, y se hallará de la noche á la mañana converti- do en un perfecto liberal. Un liberal es un abismo y el abismo atrae con fuerza irresis- tible. Primero se asoma el hombre para ver su fondo, y por fin acaba por arrojarse de ca- beza en él. Desgraciadamente la historia de todos los días confirma la exactitud de esta metáfora, á primera vista increible. 5.2 Absténgase V. de leer periódicos li- berales y mucho más de suscribirse á ellos. No diga V. que su Prelado no ha prohibi- do el periódico, porque los periódicos libe- rales están prohibidos ya por la ley natural, que manda al hombxe no ponerse en peligro de apartarse de Dios No añada V, que no encuentra en ellos na- da malo, porque no es al enfermo á quien to-