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— 181 — la generación actual un movimiento y una ac- tividad extraordinarias, y de ahí nacen las numerosas excepciones que padece este cuarto consejo que le doy á V. De todos mo- dos el principio en que se apoya es eterno, y ni siquiera epende de las leyes positivas de la Iglesia. El trato con liberales sin causa al- guna que lo justifique está prohibido por la ley natural. Del mismo modo que na es lícita al hombre ponerse sin causa legítima en pe- ligro de muerte, porque está obligado á con- servar su vida física, tampoco le es permitido ponerse en peligro de perder su alma, porque está obligado á conservar su vida espiritual. Con mucha mayor razón estará prohibido al católico el hacer con liberales, sin causa gravísima y tomando aún más exquisitas pre- cauciones, verdaderas amistades. Dificil- mente conservará su fé quien dé ese impru- dentísimo paso. Un liberal, además de los errores propios del Liberalismo, tiene otros mil errores y preocupaciones que son fruto de esa herejía Ó causa predisponente para caer en ella errores históricos, errores litera- rios, errores filosóficos etc. Es además desca- radísimo cuando habla del Sumo Pontífice, de los Señores Obispos, y de los Sacerdotes, censurando cen atrevimiento inaudito sus ac- tós y sus disposiciones. Tiene una fraseología propia y especial plagada de Naturalismo, que se infiltra insiblemente en el espíritu, y

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