BCCPAM000R08-5-41000000000000

E milia católica; y pueden los Prelados escribir á los ministros liberales, asistir á sus banque- tes y recepciones, entablar correspondencia epistolar con ellos, y concederles titulos condecoraciones por los actos laudables que algunas veces puedan hacer en favor de la religión. Y con esto no aprueba el Sumo Pontífice, n' aprueban los Señores Obispos el Libera- lismo, como dicen algunos ignorantes Ó ma- liciosos, como ro aprueba el Judaismo ni el Coram de Mahoma el madre que, para pedir- les un favor cualquiera para sus hijos, visita y habla y se entiende con un judio ó con urr mahometano. Harto sensible es para un Pre- lado amante de la Iglesia el vivir en tales tiempos, que no pueda encontrar casi nunca en las cumbres del Poder hombres verdade- ramente obedientes y sumisos á la voz de esa buena madre. Estas son las principales razones que jus- tifican el trato de un católico con liberales. Más conviene advertir que dicho trato será lícito solamente mientras dichas circunstan- cias realmente existan, y tomando toa clase de precauciones para ahuyentar Ó disminuir el peligro de contagio; y que si en algún ca- so viese el católico en dich.. contacto con los sevuaces del Liberalismo infalible su caída en los errores liberales, debe huir de ellos, aun- que para eso sea necesario sacrificar la ha- cienda, la honra ó la vida. El orden moral y la salvación del alma son antes que todo. El progreso de las ciencias naturales y la facilidad de comunicaciones han impreso en

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz