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— 174 — de las debilidades, de las cuntradicciones, de las caidas, de los crímenes. No hay ni ha ha- bido un hombre cuya conducta sea regla in falible de la conducta de otro hombr+. Des- graciado el católico que haga servir de apo- yo á sus creencias las acciones de su próji- mo, cualquiera que sea la altura en que se halle colocado; porque se pone en peligro grave de ver derrumbarse su fé y el cimiento en que se apoyaba. La única regía de con- ducta infalible para el católico son las accio- nes del Hombre-Dios y las palab:as que El y la Iglesia en su nombre han hablado al mundo. Institución robustísima creada por el mis- mo Autor dei universo, la Ig'esia Católica ha de tener siempre en la tierra un número con- siderable de hijos de Adan en torio de su brillante bandera; pero ni los individuos en particular ni las mismas nacion +s tienen infa- liblemente asegurada esa fé cuya pérdida ó conservación depende de que Vios co1ceda su gracia Ó la retire según la gratitud Ó in- gratitud de sus poseedores. Los mismos pue- blos latinos que son todavía, á pesar de sus frecuentes salidas de hijo pródigo, la porción más escogida del rebaño de Jesucristo, pue- den ver algún día levantarse por los espacios, arrastrando toda la pompa de la civilización, esa Cruz á quien deben su gloria, y ausen- tarse en el horizonte para ir á cobijar con sus brazos redentores regiones más hospitilarias. El país teutónico, creyente como un solo cristiamo hace pocos siglos, se halla hoy tra- bajado por una honda división religiosa que

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