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— 155 — mos tratando, que es grande, sí, pero con la grand»+za del mar, que está formado de pe- queñísimas gutas de agua. Y si el entendimiento de esos grandes hombres se extravía (la experiencia nos lo ha demostrado) en esta materia, solamente por estudiarla desd: alturas demasiado elevadas, imagínese V. qué sucederá cuando el obser- vador, no contento con elegir un punto de vista indebido, dirige constantemente sus miradas á un objeto distinto de aquel que se trata de examinar. Y no se nos diga que el estudio del movi- miento religioso en otras naciones sirve para formular con más acierto ese juicio compara- tivo, porque aquí no se busca un juicio com- parativo sino absoluto. No se trata de saber si Alemania está más cerca de la tésis que In- glaterra, sino á qué distancia se encuentran de ella esas naciones, ú otra cualquiera. En una palabra el querer sorprender la si- tuación político-religiosa del propio país abismándose en la lectura de libros ó perió- dicos extranjeros, es como aplicar el termó- metro á un enfermo del hospital de Londres para averiguar la temperatura de un enfermo del hospital d2 Madrid. Suele á veces nacer el error de muchos ca- tólicos en esta materia de un falso concepto que se han formado de la naturaleza del Ca- toricismo.,

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