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AL En que se da fin á la cuestión de la tésis y la hipótesis D.—A pesar de lo dicho por V., no estará prohibido á ningún católico el formarse opi- nión acerca de la situación religioso-p: lítica de su país, cuando todavía no ha recaido so- bre eso una declaración de la autoridad ecle- siástical M.—De ningún modo. D.—¿Qué reglas me da V., pues, para cono- cer cuando una nación se halla en estado de tésis ó en estado de hipótesis? M.—No voy á darle á V. regla alguna. Voy á indicarle solamente dos escollos que ex- travían lamentablemente la opinión de mu- chos católicos en esta materia. Es el primero el juzgar del estado de la propia nación con datos deducidos del estu- dio de naciones extranjeras. Sucede cen mu- sha frecuencia que recorre un católico en to- das direcciones las principales naciones del mundo civilizado; se acostumbra su imagina- ción en esos viajes á ver confundidos todos los cultos y todos los dioses, todas las cáte- dras y todas las doctrinas; oye llamar cien

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