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145 — mún de los hombres camina hacia la verdad? Tal represión sería imposible; y, si se inten- tase, sobrevendría un choque de tan formi- dables proporciones, que aparte los destro- zos materiales de que sería causa, pondría en peligro la misma existencia política de la na- ción. Imagínese V. por un momento que los sa- tólicos vencen en esa lucha material; no por eso habría terminado el conflicto. La idea re- ligiosa, arraigada en las últimas profundida- des del alma humana, es fuente inagotable de actos de suma energía, y la experiencia ha demostrado, que esto tiene lugar aún cuando la idea religiosa sea falsa. Los disidentes, so- bre todo los adictos á una religión determi- nada, defenderían su templo y su altar con el mismo coraje y valor con que los católicos defendemos los nuestros, y los choques se multiplicariían sin cesar, causando hondas perturbaciones en la vida pública, paralizan- do todo el movimiento de la agricultura, de la industria y del comercio, y ahuyentan- do para siempre de la patria la paz, que es elemento indispensable para la existencia de la sociedad. No llegan á ese extremo las obligaciones de unJefe de Estado para con sus súbditos católicos. Colocada la nación en esas cir- cunstancias, puede el Gobernante dirigirse á los enemigos de la Iglesia y decirles: «Sois muchos, y vuestra actitud, si intento repri- miros, altera profundamente el orden en la nación que Dios me ha encomendado. Puede cada uno de vosotros dirigirse al altar y ado-

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