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mo TS las hojas, cuando son las hojas las que reci- ben la vida de la savia que circula por el ár- bol. Las grandes virtudes morales son esa savia. Por eso la obligación más grave que tiene un Jefe de Estado es promover en su nación el desarrollo de la Religión Católica, que es la única fuente de donde esas virtudes nacen, y extirpar las doctrinas contrarias que son antisociales, además de ser impías. D.—Pero ha insinuado V. hace poco, si mal no recuerdo, que puede el Gobernante, en algunos casos, permitir Ó tolerar la propa- ganda anticatólica y los cultos falsos, sin fal- tar por eso á sus deberes. M.—Exactamente. Tales pueden ser las circunstancias político-religiosas por que atra- viese una nación, que la tolerancia civil se imponga con fuerza irresistible. Dicha situa- ción especial, que justifica la tolerancia del mal, es creada generalmente por el número consid>orable de los disidentes, Quizá pudie- ran ocurrir otras causas, pero esta es la más común. Suponga V. que en una nación de treinta millones de habitantes hay doce millones que, alejados de la Igiesia Católica, profesan cualquiera de las religiones falsas que hay en el mundo, ó no profesan ninguna, sino que se proclaman partidarios de escuelas racio- nalistas, reclamando de la autoridad la liber- tad de emitir y propasar libremente sus ideas. ¿Cree V. posible el detener en su carrera por medio de la fuerza armada á esa oleada de gente que se dirige hacia el error con la mis- ma fuerza (justos juicios de Dios) que el co-

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