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—HtS ligiosa son las que manos infringen el orden moral; y que, porel contrario, en aquellas que han dado hospitalidad á todos los cultás y á todas las doctrinas, ha bajado inmediata- mente el termómetro de la moralidad públi- ca, y de un modo tan alarmante, que hace recordar los peores tiempos del paganismo, habiéndose visto precisadas á aumentar pro- digiosamente el contingente de sus ejércitos, para mantener unidos por medio de la fusrza material los elementos de esa socie ad, que tienden á disolverse rápidamente bajo la ac- ción de la” ideas irreligiosas. Y crea V. que, si no han perecido esas naciones en alguna de las muchas revoluciones de que han sido victimas, se debe á que hay en todos los pue- blos un instinto de conservación que les lle- va á adoptar los principios católicos, siquiera para salvarse del naufragio, aunque; pasada la borrasca, vuelvan á arrojarlos con despre- cio á las playas de la Iglesia. EY No se deje V., pues, alucinar por escritores ú oradores superficiales que le presentarán á V, como modelos de naciones civilizadas á pueblos liberales que, ó no se cuidan de la religión verdadera, Ó pactan con todas las re- ligiones y con todas las doctrinas. Su progre- so podrá ser sorprendente, sus manufacturas maravillosas, su organización militar insupe- rable, su expansión territorial indefinida; pero ¿cree V. que un pueblo es feliz, ni siquiera

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