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o 7 oo Continúa la materia del capítulo anterior Pero hay más. Ni siquiera cumple con el más fundamental de los deberes que tiene para con su pueblo el Jefe de Estado que per- mite, sin causa gravísima, la propaganda irre- ligiosa o los cultos falsos. En efecto. El fin de la sociedad civil no puede ser otro que la felicidad temporal de los miembros que la componen, subordina- da á la felicidad eterna; y es sabido que un hombre es feliz cuando tiene todo lo que ne- cesita. Como en el hombre hay tres partes distintas, la parte sensible, la parte intelec- tual y la parte moral, tenemos, que la obliga- ción del Gobernante es procurar el periec- cionamiento común de la parte sensible de sus subordinados por medio de la abundan- cia de bienes materiales, el perfeccionamien- to de sus entendimientos por medio de la cultura y el perfeccionamiento de sus volun- tades en los actos externos por medio de la observancia de la ley. Mas, siendo la obser- vancia de la ley la perfección más excelente del hombre, y la causa principal de la felici- dad temporal, lo mismo en los individuos que en las colectividades, á ella deben estar su-

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