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SS mana; ese musulman que desprecia el Evan- gelio y propaga la doctrina de su Corán etc., en una nación que se halla en estado de té- sis católica, ejecutan acciones que, además de ser malas, son públicas. Pregunto yo aho- ra: esas acciones ¿á qué juez y á qué tribunal pertenecen? ¿Va á bajar Dios del cielo á de- rribar esa capilla protestante Ó á quitar al mahometano el Corán de la mano para hacer- lo pedazos? No; Dios no interviene casi nun- ca visiblemente en el gobierno del mundo, sino que mueve á unos hombres por medio de otros que mandan en su nombre. Luego la represión externa de los cultos no católi- cos pertenece á las potestades de la tierra. No hay más que dos, la Iglesia y el Estado. ¿A cuál de las dos? A la Iglesia no puede ser, porque, siendo una sociedad con fines pura- mente espirituales, (exceptuada la acción ma- terial que puede ejercer sobre ese pequeño reino que le ha dado la providencia y se lo ha robado el Liberalismo) no cuenta con los medios de fuerza material que son necesa- rios para esa reprensión. Luego pertenece al Estado. No hay medio, pues; Ó se afirma que hay en la sociedad un conjunto de actos ma- los externos sustraidos á la acción de toda autoridad, (lo cual repugna á la existencia y al fin de la sociedad misma) ó se confiesa que es la potestad civil quien tiene obliga- ción de prohibirlos y castigarlos. Vea V. pués, cómo por la misma fuerza de las cosas debe algunas veces el Jefe del Estado actuar de Pontífice, como V. decía, no ofreciendo sa- crificios á Dios, pero sí cuidando de que na-

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