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' O E ES Ea LES — 126 — Vé el Eterno desde lo alto de los ciclos al género humano en peligro próximo de per- derse, por mo saber el camino que conduce á Dios, y compadecido de él, baja desde el trono de su gloria, se mezcla con los hom- bres como si fueran hermanos suycs, les en- seña ese camino y se va. Pero para que sus palabras no se pierdan, las deposita en una Institución divina é infalible que se llama Iglesia Católica. Y el Jefe supremo de esa Iglesia llama un día á uno de sus hijos y le dice: «Lejos de aquí hay una multitud de her- manos nuestros separados de Dios. Vé en su nombre y con mi bendición á acercarlos á "El, anunciándoles la Religión verdadera». Y parte el siervo de Dios. Pero el rey de aque- lla nación desgraciada sale al encuentro del misionero y lo detiene en la frontera sin de- jarle pasar. Y si pasa y la nueva doctrina lle- ga á hacer prosélitos, se inicia inmediatamen- te una persecución oficial sangrienta contra sus propagadores Ó secuaces. Á las circuns- tancias especiales en que esa nación se en- cuentra llamo yo estado de antítesis. No sucede así, sino que, debido á la con- descendencia d 1 Jefe del Estado, Ó mejor á la gracia divina, el Evangelio se difunde y la nueva religiónecha hondas raices, y ya apare- cen en aquella nación mezclados cristianos y gentiles, y se ofrecen simultáneamente sacrifi- cios á los dioses falsos y al Dios verdadero el Santo Sacrificio de la Misa, y se oye el himno de los hijos de Dios confundido con el canto profano de los hijos de los hom- bres; y todo esto con permiso de la potestad

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